martes, 21 de octubre de 2008

HOY QUE NO ESTÁS...

Y qué me quedó de lo que decías sentir. Qué me quedó de tu acento extraño, de las imaginarias invitaciones que se perdían en las noches y se ahogaban en las olas del mar. Qué quedo de las promesas que se desvanecieron en mis inseguridades, en el juego eterno que no pude sostener y que la distancia terminó por vencer. Lo dude, tuve mis dudas, pese a tu aparente seguridad. Hoy tengo la razón, el olvido nos cobijó como la promesa que hacen las estrellas cuando la salida del sol las distancia de la luna. Nos quedamos parados impotentes observando como el tiempo consumía los restos de unos hilos de sentimientos que se tejieron en la virtualidad de la inmaterialidad, en el sonido de tus risas y en los golpes aquellos de tu vajilla. Ahí se disolvieron las palabras de lo que no fue y de lo que no es, de aquello que un día sentí, que se camufló entre los amarillos y se inicio en el blanco y negro de tus cabellos húmedos. Ahí quedó como un error de antaño que la impulsividad me obligó a cometer, y que queriendo y no queriendo nos arrastró a los abismos de las fantasías que se crean cuando la soledad se mezcla con la prosa y la ilusión. Y sabes, no tenías razón, al parecer no es “algo más que la distancia” es “el dolor y la nostalgia” que innegablemente se producen por lo primero y me niegan “darte un beso cada noche, que tus manos me enamoren, y que lo nuestro crezca cada día más” para algún día en una tarde de verano poder decir, “somos algo más”. Como ves es simple. No es el texto del que escribe en la formula que no entenderías, como el insulto que alguna vez escondí en un anagrama. Son frases que están en nuestras mentes, que conocemos, y que al menos éste, que alguna vez tuvo celos de las hojas que caían sobre tu jardín, necesita decir…