miércoles, 30 de abril de 2008

¿Y YO?

Debo escribir, algo en los huesecillos de mis dedos vibra con pasión y me impulsa hacerlo. Quizá sea cosa del clima, un efecto de la creciente soledad o simplemente la sinceridad que decidió brotar esta noche al compás de los Beegees y su melodiosa tonada. La oscuridad se estaciona frente a la ventana, con destellos de luna ilumina un tercio de mi rostro y embriaga gran parte de la cordura y la sensatez que se ocultan bajo el peinado. ¿Y yo?, yo aquí. Leyendo tus palabras, abrazando tus frases, acicalando el corazón con el sentimiento que escurre la fría pantalla del computador, pero que con saber que vienen de ti, y sin importar la distancia, me hacen guiñar un ojo de forma graciosa y me calientan el alma. ¿Y yo?, yo sorprendido. Anonado con el embrujo de tu espacio, con enormes deseos de invitar a un café tus ojos tan lejanos y desconocidos, muerto de ansias por acariciar con las yemas de los dedos tus exquisitos labios, que ahora no conozco, que sé están perdidos en el mapa, y que estoy seguro que nunca sentirás que esta caricia es para ti, mientras brincas entre palabra y punto. ¿Y yo?, yo intentando inspirarme mientras sonrió. Creando en la mente tu imagen, más que lo tangible, busco tus palabras, cargadas de la esencia con la que las escribes. Si, quiero tus palabras, las quiero convertidas en vapor tibio escurriéndose entre mis mejillas, y buscando con esmero las comisuras de mi boca. ¿Y yo?, esperando que lo entiendas, que te sientas con fortuna por esta dedicación. Me encanta, me encantan tus maromas con las silabas, las ideas que terminan con tonada, y lo maravilloso que el brillo de tu piel refleja el contorno de la vela. Esta noche es entre tú y yo. ¿Y yo?, yo aquí con tus palabras y mi imaginación, ¿y tú?, tú aquí en mi mente, en mi inspiración, pero sin mí, terminando de leerme y sin saber que escribo hoy por ti…

sábado, 26 de abril de 2008

UN SORBO PARA TÍ...

Qué me importa, que importa todo. Nada importa lo que susurran, lo que acaricia los pliegues de las orejas. No importa lo que dicen que dices. No importa que ahora te creas profesional en el arte de catar, porque eso sólo lo dices tú, y a mí me consta lo contrario. No importa que grites al mundo que el vino que tomas ahora es de mejor cosecha, con aromas más dulces, de los viñedos sagrados. La verdad no importa. No importa porque tu paladar se acostumbró por veinte años a degustar los vicios más insípidos, la tierra despreciada, los manjares del mendigo. Qué sabes tú de sabores, de buenas cosechas, de uvas preciosas. Nada sabes, porque el vino que ahora tomas, no es más que agua agridulce, aquella que el desarraigo y la falta de porte te llevo a beber. El vino que despreciaste y del que ahora blasfemas, es el delicado manantial que te quiso dar la vida eterna, es la fragancia que hubiese dejado ser aroma por ti. Este vino contra el que lanzas injurias es el que te dio vida, el que te hizo brillar, y que desafortunadamente tu manipuladora lengua de papilas venenosas contaminó. Vino que después de ti, perdió su textura, olor y hasta el cristal de la copa se hizo acero para contener la presión del llanto. Vino que ahora surge de la tierra en forma extraña, contenido en los colmillos de una cascabel que danza en la música de sus maracas invitándote a tomar un sorbo de nuevo. No te acerques, sigue bebiendo de tu vino tan dotado de virtudes, que hasta el licor más fino a la luz del día siempre termina por llenarse de moscas, con mucha más razón el agua de pozo. Quédate con tu vino, evita la tentación, porque este que ahora ves, no es del mismo viñedo, ni siquiera de uvas, es de las entrañas del demonio…

viernes, 25 de abril de 2008

"LÁGRIMAS DULCES"...

He resucitado del asfalto para acercarme al cielo y volver a fallecer. Los golpes cada día son más dolorosos. Cada amanecer, cada anochecer, llegan de repente sin aviso previo. Poco a poco voy cayendo de la nada, en un espacio que no parece tener fin, debo morir. Hace pocos segundos lo sentí, el abrazo mortal del asfalto. El sol es mi maldición, su calor la condena, la tortura, para mi simplemente el inicio de la muerte. Voy subiendo entre el azul y el blanco, entre niebla y humo, entre el pecado y la confusión de no saber de ti, y negar lo que hay en mí. Me alegra llegar a la frialdad espacial de mi hogar. Acongojarme en los brazos de mi madre, arrullarme en las rodillas del amor. Me entristece saber que será poco tiempo. De nuevo la oscuridad y los fuertes sonidos me anunciarán que pronto debo alejarme. Por fin he llegado, los puedo ver en la distancia. Sus cuerpos transparentes brillan con la luz del cielo, intento acercarme más para disfrutar de lo prometido, pero es imposible. La desgracia anunciada se aproxima en cuestión de segundos, la nubes negras llegan de repente, me desprendo de la vida… me preparo para morir de nuevo. Caigo a grandes velocidades, cierro los ojos, el temor es inmenso. Las lágrimas brotan sin parar, sé que será doloroso. El tiempo avanza proporcional a la velocidad, el golpe final me destruye. La muerte calida, la muerte sentida, morir por un siglo más. No existo. El sol se levanta con más fuerza en el horizonte, me desprendo de este abrazo fatal, en forma etérea, efímera como la niebla que no es agua, ni aire. Con dignidad asumo mi destino, soy una gota de lluvia, para algunos “lágrimas dulces que caen del cielo”. He resucitado del asfalto para acercarme al cielo y volver a fallecer…

lunes, 21 de abril de 2008

SIN SENTIDO...


Hoy simplemente no extraño un alma en particular, no extraño unas palabras, ni tampoco una piel. Hoy extraño instantes, de felicidad, emoción, tristeza y hasta lágrimas. Extraño sentir, porque llorar, reír, amar y odiar es estar vivo, es sentirse único, diferente. Hoy no siento eso, simplemente veo como la vida se pasa entre el movimiento de mis dedos, el sonido del teclado y la luz reflejada en mi pecho. No siento, intento buscar mi corazón y no lo encuentro, no lo escucho, no me dice nada, no hay amor, ni odio. Dónde quedó el rencor, la venganza, los necesito de vuelta. Esta noche quiero sentir. Muero por derramarme en océanos, por suspirar en ilusiones, por planear el siguiente paso de un juego de miedo, pero sigo aquí, con los segundos entrando en sonidos por mi oído derecho, mientras percibo el susurro de las llantas de los autos sobre el suelo húmedo. Percibo, escucho y respiro, pero sigo aquí sin amar, sin tiritar, sin sentir. Sigo aquí, imaginando navajas de bordes metálicos y afilados deslizando por mis piernas, inflingiendo un dolor que me haría humano, vivo entre lo muerto que me rodea, y que me doy cuenta ha empezado a llevarse las emociones, a llevarse todo. No parezco, no hay formas, huyo al espejo, no reconozco esta falta de esencia. La sensibilidad se perdió en la noche, las lágrimas se congelaron en mi pecho, la caperuza que cubría el alma se la robo el lobo, nada sale, nada entra. Todo tiene sentido, pero sin sentido, de haber sentido… Todo tiene sentido, el sentido que tienen las cosas cuando han perdido el sentido, el sentido que tiene la suma que no aumente y la división que no fraccione. Sentido es lo que me doy cuenta no he hecho, sino me equivoco en esta confusión en la que sentir como verbo en condicional perfecto o antepospretérito es sentido…

domingo, 20 de abril de 2008

TE LO AGRADEZCO, PERO NO!!!

El sentimiento, luego de 4 meses, ha terminado. Aquí no hay, ni hubo, ni habrá nunca nada.

viernes, 18 de abril de 2008

QUIERO QUE SEPAS...

Me siento pleno, satisfecho, sin recuerdos, sin fantasmas. Las sombras desaparecen entre los destellos del arcoiris, mientras los vampiros que absorbían mi vida se hacen polvo entre los brillos de tono rosa. Si muriera ahora, lo haría feliz, si mis venas se derramaran sería en mieles y si llorara el néctar azucarado desaparecería entre colibríes y mariposas. Esbozo una sonrisa color celeste y me pregunto, qué pasó con tu recuerdo, hace varios días me anda esquivando. El presagio se materializa, la felicidad para mi y lo prometido a ti… el olvido.

viernes, 11 de abril de 2008

CONJURO: TABLA Y PIEDRA...


Hay tantas cosas en mi cabeza, y por alguna razón he descubierto que sigues estando ahí. El tiempo ha hecho su tarea, o debo decir que la esta haciendo, poco a poco los motivos para amarte han ido desapareciendo y al avanzar del calendario surgen aquellos que me llevan a preguntarme, ¿qué vi en ti? Creo que fue la soledad, transformada en un amplio mar, en el cual no me quería ahogar, y necesitaba con urgencia una tabla para sujetarme, sin importar si esta estaba podrida o astillada por la sal, esa tabla fuiste tú. Es raro que la soledad siendo mi fiel compañía me haya pagado con tan mala pasada.

No estoy para juzgarme a mi mismo, aunque reconozco que en ocasiones, sobre todo en las noches lluviosas, tu imagen corroe mi cabeza, y me acerca a la locura. Te doy un consejo como el amigo que nunca llegaré a ser para ti, en esta etapa de mi vida no te convengo, me he vuelto peligroso, en mis momentos de cordura, cuando el aparente amor no me ciega, deseo con todas las fuerzas que llegues a necesitarme con la suficiente vehemencia como para caer de rodillas a mis pies. Esta imagen la repito una y otra vez. Has logrado reavivar lo peor de mi, los enormes deseos de venganza, pero no quiero una fatal, quiero llevarte a la locura, apelar a la indiferencia, simplemente mirarte como quien tropezó con una piedra, seguir caminando, evolucionando hasta alcanzar los cielos, mientras la piedra siempre quedara ahí, en medio de soles y tempestades, mirando hacia arriba, esperando quien será el próximo que se apiade de levantarla.

Y si, a veces te extraño, en otras creo amarte, reconozco que todos los días te pasas por mi mente una y otra vez, pero por alguna razón tu ruta hace algún tiempo te lleva a mi cerebro pero no se estaciona muy seguido en el corazón, ni quebranta las nubes que conforman el iris de mis ojos. Si, algo sucede. Algo muy malo para ti se aproxima, no llega aún, pero cada día se siente con más claridad, es el olvido. Aquel que será la desgraciada para ti, cuando algún día mires al cielo, luego bajes la vista hasta tu espejo, para darte cuenta que fuiste, eres y seguirás siendo la tabla podrida y la piedra con la que muchos tropezaron, pero que ninguno se llevó a su casa…

miércoles, 9 de abril de 2008

HOY...

El fuerte olor a metal se desliza entre mis manos. Cada gota de vida se desprende de mi cuerpo como se alejó alguna vez lo que dio vida a mi alma. La noche lluviosa es el único testigo de este crimen que ha nublado mi mente y ha logrado separar totalmente el camino de vida que transcurría por mis venas. Puedo escuchar los demonios que danzan a mí alrededor y el sonido de sus copas, mientras se regocijan del infinito dolor que no pude soportar. Ahora todo parece calmo, la muerte no es más que el sueño que en tantos ocasiones tuve, la dulce sensación de verte frente a mi, con tu mano extendida y esperando por rescatarme del tormento de tu ausencia. La oscuridad embarga mi existencia, pero no oculta tu recuerdo ni el aroma de tu ser que depositaste en mi vientre, y que se desprende en manojos para recordarme que aún estas aquí, que huelo a ti, desde lo más intimo de esta piel fría hasta lo más visible de cada media noche, cuando podía sentir tus pasos lentos acercarse y tu cuerpo acostarse al lado mío. Sangre, oscuridad, recuerdo; son ahora las pocas cosas que me hacen compartir este infierno de soledad a tu lado…

domingo, 6 de abril de 2008

EMBRIAGADO...

Aún con el alcohol recorriendo mi cuerpo debo confesarme. Anoche, entre copa y copa tu imagen se hizo visible de nuevo en mi mente. Esta madrugada te lloré por millonésima vez. Regalé mis labios buscando tus sabores. Extrañé todo de ti, en especial tu compañía, tus abrazos, ese calor que me hacia sentir tan seguro, y que ahora es el frío de la soledad que danza entre mis días. Me sonrió al pensar en lo entupido que soy. Cómo puedo anhelar una enfermedad, un virus que lleva tu nombre y que se esfuerza por mantenerse en mi sangre. Pero si, me hiciste tanta falta, que no hay palabras para describirlo, sólo lagrimas que se deslizan al compás de la luna, sólo llanto que con los segundos me hace sentir más solo y desesperado. Qué me esta pasando, si el tiempo todo lo cura, si la distancia todo lo borra. Qué me esta pasando que te necesite de nuevo, que ansié tu cuerpo, tus calidas, blancas y suaves manos deslizándose una y otra vez por mi pecho. Me odio por ser tan frágil. Te puedo escuchar, con la brisa cayendo cobre el teclado, como rocío salpicando mis manos, siento tu terciopelo aquí, consolándome y diciendo que todo estará bien. Ahora siento que no puedo más, que por ti todo lo haría, aunque apelo a la racionalidad y sé que hay mucho más para vivir, pero en este instante, hoy, me duele el cuerpo, siento débiles mis extremidades, y es porque te necesito, te quiero aquí conmigo, sin ti parece no haber vida, sin ti sólo soy un títere que cuelga de una cuerda, y que suplica por que se rompa, que ruega por tener la fuerza para destruirla el mismo con un corte vertical y definitivo. No quiero más, no me siento capaz, me estoy ahogando en la llovizna de mis parpadeos...

jueves, 3 de abril de 2008

PERDÓNAME CORAZÓN MíO...


Perdóname por castigarte, por abrir de nuevo la puerta de acero que creí clausurada por la mano de Dios. Perdóname por no haber conseguido quien te amará, quien te acariciará y te diera ese cariño que tanta falta te hace. No sé que paso, pensé no equivocarme, supuse que cambiándote y alejándote del camino racional que habías elegido te hacia bien, pero no ha sido así. Perdóname por enseñarte a sufrir, por bañarte de tantas lágrimas, de tantas humillaciones. Perdóname por no haber respetado tu esencia, por alejarte del camino del egoísmo, del odio, de tantos sentimientos que se clavan como púas en los ojos, pero con los que eras feliz. Te pido perdón esta tarde porque entendí que debes tomar de nuevo tu camino, debes encerrarte en tu cárcel de metal frío, recubierta de orgullo, soledad y de ese prestigio que tan grande te hizo a la vista de todos. Perdóname por humedecerte mientras respiro. Perdóname por ilusionarte con algo que no te pude dar. Nuestra vida se empezó a quebrar en dos, cuando te hice creer en las personas, en aquellos que se arrimaron a ti para despertar la ternura, admiración y solidaridad que nunca habías sentido. Perdóname por fallarte. Perdóname, debo encerrarte de nuevo, y recubrirte de lo que alguna vez fuiste, brillante, duro e inerte como el acero de esta puerta. Perdóname corazón mío…