miércoles, 9 de abril de 2008

HOY...

El fuerte olor a metal se desliza entre mis manos. Cada gota de vida se desprende de mi cuerpo como se alejó alguna vez lo que dio vida a mi alma. La noche lluviosa es el único testigo de este crimen que ha nublado mi mente y ha logrado separar totalmente el camino de vida que transcurría por mis venas. Puedo escuchar los demonios que danzan a mí alrededor y el sonido de sus copas, mientras se regocijan del infinito dolor que no pude soportar. Ahora todo parece calmo, la muerte no es más que el sueño que en tantos ocasiones tuve, la dulce sensación de verte frente a mi, con tu mano extendida y esperando por rescatarme del tormento de tu ausencia. La oscuridad embarga mi existencia, pero no oculta tu recuerdo ni el aroma de tu ser que depositaste en mi vientre, y que se desprende en manojos para recordarme que aún estas aquí, que huelo a ti, desde lo más intimo de esta piel fría hasta lo más visible de cada media noche, cuando podía sentir tus pasos lentos acercarse y tu cuerpo acostarse al lado mío. Sangre, oscuridad, recuerdo; son ahora las pocas cosas que me hacen compartir este infierno de soledad a tu lado…

1 comentario:

Milena Restrepo dijo...

Sangre, oscuridad y recuerdo. Amigo me duele...