sábado, 26 de febrero de 2011

ERES LAGO Y ERES RIO...



Tu “superficialidad” tibia como la arena del mar, se paseó toda la noche entre los dedos de mis pies, mis ojos se abrían continuamente para recordar tu mirada en los rayos del sol. Paradójico, tiempo atrás tu aguas tan turbulentas me alejaban de la orilla, pero ahora, tu rio se hizo lago, juntos, uno contra el otro, las aguas de tus colinas encontraron morada sobre mis manos; mágicamente estacionadas crearon el hábitat que en este precioso instante ahoga mis pensamientos. Son contados los segundos frente a frente, el apretón de manos que tú denuncias como agresión, que me esfuerzo por transformar en caricia con intención. Son tus ojos como el cristal, distantes, inertes, sin vida en los otros, sin nada que sentir como los otros, pero son esos mis ojos que florecen en mi presencia, esos mismos tan llenos de vida, tan plenos de color, tan mieles, tan vivos, tan apetecibles para lo complejo de mi ser; para mi lengua de marfil. Ahora dormirás, imagino tu cabello despeinado, tus luces apagadas, tus pensamientos en analogía de “bella durmiente”, tu inconsciente revolucionado; pintando una y mil escenas, donde espero “humildemente” recobres los restos de las horas junto a mí. En alusiones te recorro, recreo tus manos sobre las sábanas, las recuerdo sobre la mesa y las imagino sobre tu pecho, me deslizo suavemente por tus labios, intento descubrir tu boca, pero el temor a despertarte me detiene, intento a besarte, pero el miedo a fallar me sostiene. Me escabullo cuidadosamente entre tus piernas recogidas, en tus pies desconocidos, en tu aroma apenas perceptible. Me detengo a tomar a tomar un café en la cúspide de tu cama, te miro, así es como me gustas, así es como te recuerdo, como el lago placido que me espera, como el cuerpo que me invita, como el alma que me habla, así es como me gustas. Así, cuando estamos uno contra el otro, tan libres de los otros, tan plenos de dolor, tan colmados de eternidad. Ahora, no eres rio, no escucho tu corriente golpear contra las piedras, tus gotas no son esquivas, no son gotas que lastiman, son gotas que invitan. Como ves, eres lago y eres rio, así, como en un medio día de febrero mi inspiración encontró en ti su lienzo, para pintar una mañana tus aguas en palabras, eres lago y eres rio…

jueves, 24 de febrero de 2011

SALPÍCAME...


Tú, tú despiertas “algo” que no puedo explicar, una confusión lacaniana de significantes que no logra significado. Una “representación cosa” que no llega a ser palabra. Mi estilo denuncia mi autoría, mis frases señalan a quién escribo. Hoy, de nuevo, escribo para ti. Cuántas noches, no lo sé, quisiera saberlo, quisiera hacer alarde de la escisión de mi “Yo”, de lo poco que quedó en lo primario y de lo “tanto” que se estacionó en lo secundario; o al menos así lo quiero creer. Busco tus palabras, lo “toxico” lo bebí hace mucho, ¡con disgusto claro!, disgusto porque esperaba respuesta inmediata, pero aquella vez tu “droga” se hizo esperar. La omnipotencia del narcisismo habló a mi oído, insinuó alejarme, insinuó un juego, donde mi fragmentado self no sería más que la pelota que estrellas en la pared mientras sonríes con las bromas de tus “monstruos”. Mi “arco reflejo” se hace evidente, la génesis del placer estalla sobre mi ombligo, me regreso a los movimientos mágicos del niño sobre su objeto, y como un egoísta contemporáneo, como un loco obsesivo, te deseé en mi hombro, desee ser tu hombro; en un acto fallido remplacé la “o” por la “e”. Te deseo en mis tímpanos, morí, muero aún, por escuchar las palabras, a veces no basta con leer, a veces el “hambre” supera la razón. A veces como la mascara embrujada que eres destruyes mis finas defensas, la grandiosidad de la “neurosis obsesiva”, la magnifica protección de la “intelectualización”. Como ves, hice mi mejor intento, quise defenderme, quise huir de ti, pero caí, caí hasta el fondo, escribí en “nuestro” idioma, pretendiendo escapar del sentimiento, pero se agota la “energía” de mi inconsciente, del inconsciente de mi "Yo". Ahora, agotado, desnudo, con la “virilidad” al vuelo, libre de las cadenas del ave de rapiña que juzga en el “tripartito” puedo decir que he pasado noches enteras fantaseando con tu presencia. He imaginado un pacto entre los dos, algo más allá de la psique, algo más profundo del corazón, un pacto donde tus palabras se regocijen en los puntos vivos de mis piernas, una esquina de tus labios donde el hielo de mi razón se condense en lo dulce de mi pasión. A esta hora, estás ahí, frente a las claves cuidadosamente tejidas, mientras estoy aquí, añorándote, esperando, contando en cada día que pasa los abrazos que se acumulan, esperando en una noche salpicarme de tu voz, salpicarme de tus ojos, salpicarme de tu saliva…

miércoles, 23 de febrero de 2011

EL CAPRICHO DE ISIS...


A veces soy tan complejo, otra tantas tan absurdo, unas muchas tan iluso. Cuando el sol brilla un cuerdo ignorante, en presencia de la luna un sabio lunático. Días en los que espero tanto, mañanas en las que no deseo ni respirar. Tardes tan humano, otras tantas la redención de un dios maligno. Soy como un niño perdido que espera a una familia, un cachorro solitario en la profunda oscuridad, pero también soy, un padre protector, un dragón para defender lo que creo, quiero y amo. Si alguna vez te asustó una doble personalidad, aquí te podrían asustar mil y una personalidades juntas. Este no es más que el experimento fallido de un segundo Frankenstein que una noche, sin pretensión, Isis se sentó alegremente a esculpir. Con aspiraciones de Márquez, con la suspicacia de Freud, con los ojos de Medusa y con el cuerpo y el hambre de lucha de algún esclavo egipcio, se fue dando forma, pero ella quiso más. Añadió lo indefenso de una flor, los colmillos de un león, la memoria sin metáfora de un elefante y la “inteligencia” del inframundo. Los dioses asustados intentaron detenerla, ella en su inmenso capricho se negó; sin pensarlo continuó su obra. Finalmente, añadió el corazón de una madre, un escudo de acero que cubriría su piel, sus sentidos, el que sería su tesoro: su corazón. Isis sonrió, lo envió a un mundo que divaga entre verde y azul, a un mundo que lo destruye, que lo desarma, a un mundo que no se imagina que entre ellos habita un no-mortal, una especie de semidios-semimonstruo, que en cualquier instante podría morir, pero también que en un segundo podría devorar el mundo. Lo repito, no soy fácil, tal vez complejo, tal vez aún más que una diferencial de media noche. Un día si, un día no. Una noche quise, una mañana olvide. Un día me daré cuenta que la obra de Isis no ha sido más que un pecado, uno maravilloso, pero cruel, uno que amo, pero que duele, que me acerca y me aleja; uno que no podrías conocer, uno que tal vez odiarías, uno que busca con esmero una guarida tibia para su último suspiro…

lunes, 7 de febrero de 2011

SONRISA FÚNEBRE...


Esta noche no puedo más, el dolor es infinito, las nauseas se cruzan con el llanto en la garganta. Me ahogo con mi ego, vomito los restos de mi alma pura, me trago los suspiros, de rodillas contra el suelo intento de recuperar la razón. Hoy no puedo más, el cuerpo duele, el estomago amenaza, la perfección sangra, la soledad bellamente luce su vestido blanco en la esquina de la habitación; tan fuerte, tan llena de orgullo como la primera vez que la encontré en un callejón. Hoy quiero arrancar todo, destruir mis venas, desgarrar mis cabellos, sacar mis ojos, no quiero nada que duela, no quiero más humanidad, no quiero más de esto, no quiero más piel, no más huesos, no más lágrimas, no más soledad. No resisto ver en las mañanas sus cabellos rubios, en las tardes sus labios rojos, en las noches sus ojos de esmeralda que me miran con desdén, con el toque de la ceja perfecta que no es nada más que la burla a la posición fetal en la que se sumerge el cuerpo cuando la esperanza termina. Odio mis pulmones, malditos, no respiren más, descansen, permítanme descansar, quiero dormir, quiero un sueño eterno. Quiero una tumba donde mi cuerpo se pudra en la inmundicia de mi alma, quiero un refugio donde nadie observe mi último pecado, la muerte del niño que juega con sus perros cada tarde, el mismo niño que escribe agitado estas letras, el mismo niño que está tan oculto en este hombre, como se ocultan las estrellas del sol. No quiero manta, sólo quiero el frio de la noche, no te quiero a ti, no quiero a nadie, no quiero tu lastima, me conformo con la mía. Me condeno a mi mismo, como el dios supremo que soñé ser, como el humano que una noche de febrero decidió interrumpir el flujo de vida que corre por los caños de esta incipiente presencia. Hoy un humano que se rinde, mañana un alma que divaga, un suicidio simbólico que no necesita tumba, el hueco oscuro está cavado hace muchos años entre el esternón y la columna, para qué otra lapida, si tengo la perfecta, la sonrisa fúnebre tan amada y admirada, tan perfectamente diseñada, pero acércate detenidamente que seguramente la cabeza de un gusano escapará por la esquina de mis labios…