domingo, 15 de febrero de 2009

VEN, VEN POR MI...

Hoy es un día único. Un atardecer que abre sus brazos al amanecer. Un tiempo donde los relojes han perdido sus números en los recovecos del corazón. Me concentraré con todas mis fuerzas, con las infinitas ganas de besar tus labios, de aferrarme a tu espalda, de perderme en los dobleces de tus piernas. Alzaré vuelo como una gaviota en busca de tus playas, surcaré los desiertos que nos separan, me alimentaré de tus versos, tus metáforas, de las palabras que escribes entre comillas. Así, volaré sin parar, siguiendo la ruta de tu aroma, el brillo de tu mirada en tonos sepias. Sentiré la locura que nos une, las mil personalidades que habitan en cada uno, y que sólo nosotros podemos entender. Con las alas cansadas recordaré las veces que en mis sueños he sido el ladrón de tu cuerpo, de las veces que he devorado como un león hambriento tus fotos, las esquinas de tu piel que hacen ríos en mi boca y estallan como volcanes en mis noches. Extiendo mis alas en un soplido delicado y descubro la niebla que oculta tus constelaciones, mientras Venus gira sobre tu cuerpo desnudo buscando despejarte de las sabanas, y dándome una visión única de una obra que escapó del yeso de Miguel Ángel, para enamorarme, y escribir las más bellas frases. El cielo empieza a tomar el color que anuncia nuestro momento, se tiñen las nubes de soledad, el sol arde en pasión y como un hechizo de Merlin el azul se hace oro, oro fuego. Pasa de las pinceladas frías a un eclipse que te cubre mientras Morfeo en traición me roba tus pasiones. El instante llegó, desciendo en tus tierras, me zambullo en tus aguas, te esperaré aquí, sobre la arena, con el cielo tomando de nuevo su color, con tu reloj recobrando los números y anunciando el nuevo día. Ven, ven por mí, búscame esta tarde en tu playa, me hallarás en los ojos de una gaviota…