miércoles, 23 de febrero de 2011

EL CAPRICHO DE ISIS...


A veces soy tan complejo, otra tantas tan absurdo, unas muchas tan iluso. Cuando el sol brilla un cuerdo ignorante, en presencia de la luna un sabio lunático. Días en los que espero tanto, mañanas en las que no deseo ni respirar. Tardes tan humano, otras tantas la redención de un dios maligno. Soy como un niño perdido que espera a una familia, un cachorro solitario en la profunda oscuridad, pero también soy, un padre protector, un dragón para defender lo que creo, quiero y amo. Si alguna vez te asustó una doble personalidad, aquí te podrían asustar mil y una personalidades juntas. Este no es más que el experimento fallido de un segundo Frankenstein que una noche, sin pretensión, Isis se sentó alegremente a esculpir. Con aspiraciones de Márquez, con la suspicacia de Freud, con los ojos de Medusa y con el cuerpo y el hambre de lucha de algún esclavo egipcio, se fue dando forma, pero ella quiso más. Añadió lo indefenso de una flor, los colmillos de un león, la memoria sin metáfora de un elefante y la “inteligencia” del inframundo. Los dioses asustados intentaron detenerla, ella en su inmenso capricho se negó; sin pensarlo continuó su obra. Finalmente, añadió el corazón de una madre, un escudo de acero que cubriría su piel, sus sentidos, el que sería su tesoro: su corazón. Isis sonrió, lo envió a un mundo que divaga entre verde y azul, a un mundo que lo destruye, que lo desarma, a un mundo que no se imagina que entre ellos habita un no-mortal, una especie de semidios-semimonstruo, que en cualquier instante podría morir, pero también que en un segundo podría devorar el mundo. Lo repito, no soy fácil, tal vez complejo, tal vez aún más que una diferencial de media noche. Un día si, un día no. Una noche quise, una mañana olvide. Un día me daré cuenta que la obra de Isis no ha sido más que un pecado, uno maravilloso, pero cruel, uno que amo, pero que duele, que me acerca y me aleja; uno que no podrías conocer, uno que tal vez odiarías, uno que busca con esmero una guarida tibia para su último suspiro…

2 comentarios:

Andrés Eduardo Chicué Romanoff dijo...

A veces es así. Un día sí, un día no. Lo importante es reconocer lo que cambia, lo que en últimas se transforma... como el beso que resulta ser "Tóxico".

DITO dijo...

Entiendo, creo, pero me gustaría entender más, no soy bueno en la distancia, mi mejor arte es tal vez...