martes, 25 de noviembre de 2008

NO ES UN CUENTO...

Ese dardo que golpeó mi nuca, por mirar de reojo la ventana donde se dibuja tu silueta, logró tocar la fibra sensible que separa el sentimiento, del orgullo y la ironía. No fue tu intención, a menos que entre líneas y voces hayas logrado entender, no pretendo que me comprendas. No es un cuento lo que cuento. No es de mi gusto esquivar la esencia freudiana con la lamentable fantasía manifiesta de la conciencia. Es un juego y ahora me toca a mí. La verdad no te la dije, porque no la sabía. Mi miedo lo conoces, nunca lo negué. No creo en la distancia, ni en los fríos días de abril. Contigo dude, si soy sincero aún lo dudo, y tal vez tengas razón y esta sea una historia de cuentos, pero una donde la princesa vive en la punta deL cielo y el príncipe a un metro de la eternidad del fuego. Nos separa la materialidad de la vida, me une a ti, mis pensamientos que te traen a diario, me une el ruido de la vajilla, pero sobre todo una prosa que escapa del ritmo de García Márquez para caer en las locas lecturas de mi corazón sobre el traje sucio de cenicienta. Quizá, así lo pensé en mis momentos, en uno que se torno un poco disparatoso, que palabra esta que nunca llegue a comprender, en uno en el que te necesité, en uno en el que las palabras no fueron suficientes y me derrumbe por la ausencia de tus manos sobre las mías, de tus labios devorando mi cuerpo. Y tienes razón, no es nada más que miedo, pero no es miedo al amor como lo dices, es miedo a perderme en la distancia, en un sueño del que despertaré y estaré solo a la orilla del mar, con tus huellas anunciando el camino de huida sobre la arena. Puede ser que hayas nacido para mí, puede ser que sea la oportunidad de ser feliz, una oportunidad que perderé, que perderemos, a menos que un día no sé cómo y dónde pueda tocar con mis dedos el contorno del gesto fotogénico que utilizas para ocultar tu sonrisa…

sábado, 8 de noviembre de 2008

100 OTOÑOS...

Si le has visto dile que extraño sus labios de melocotón con bordes de miel. Dile que no ha pasado aún un día sin ver en los tonos del cielo su sonrisa desdibujarse en el contorno de las nubes. Si le ves, no dudes, tómale de su mano y hazle caer en este cuerpo virgen que guarda el luto de su partida. No permitas que se marche, persuade, seduce, pero no llegues sin su caminar pausado, sin su chaqueta de cuero. Te sigo esperando, sólo llega, llega una tarde a mi casa, espérame en la entrada, sorpréndeme, déjame verte a la distancia, permite que mi corazón salte en tu honor, y solamente dime que me amas. Dime que amas, que vivirás junto a mí, que no existe en el mundo una razón más honesta para compartir desde esta tarde nuestro destino. Mírame, no debes decir nada, cierra tus labios en ese gesto insinuante, toma mi mano, llévame lejos. Estoy aquí con el torso desnudo, mirando el ventanal, con los pies descalzos, con la mente absorta y con la esperanza de que esta noche te encuentres como un ave cantando sobre las flores que rodean la entrada. Mi vida extraña tus razones, el rompecabezas esta incompleto, tus metas se perdieron en el maletín del orgullo, mientras las mías quedaron sobre la mesa, esperando el momento para armar de nuevo ese mundo donde el paso de los años nos haría uno, una sola meta, un rompecabezas terminado en el centro de la mesa. Espero con los dientes congelados el calor de tu lengua, esperaré en el invierno tu llegada, me quedaré en la entrada 100 otoños, los años pasaran, los cabellos se los llevará el viento, la piel se marchitara con el sol, y tal vez muera sin tenerte de nuevo, pero algún día encontrarán mi cuerpo con la mueca eterna de un “te amo” lejano, de un sentimiento que no morirá…

sábado, 1 de noviembre de 2008

LA SAL DE MIS LÁGRIMAS...

Hoy hace año lo comprendí, entendí que promover tu partida era la mejor opción. Hace un año, en esta mañana, me levantaba con tus aromas en la piel, con tus delirios secos sobre mis mejillas, con el pecho rojo de tanta pasión y la mirada fija en el techo al conocer mi decisión. Te miraba dormir junto a mí, aquella vez observe las almohadas más que de costumbre, sentí las sabanas en la desnudez de mi espalda. Los sentidos buscaban una explicación, el corazón una esperanza y la razón la mejor forma de decir, “no más”. Hace un año sonrías frente a mí con los ojos apagados, mientras tus piernas buscaban intensamente las mías. Sonreías sin saber mi estrategia, sin conocer nuestro destino. La mañana se quebró, la tarde se asomó, la pasión fugaz de la piel retorno, el tiempo se consumió y el final llegó. Fue nuestra mañana, la tarde fatal, recuerdo mi camisa blanca, recuerdo como un espejismo tu cuerpo, en mis parpadeos puedo ver tu mirada, la ultima, la que se llevó la llovizna del 31 de octubre, esa misma que veo caer gota a gota sobre las plantas de mamá, esas mimas que traen consigo el frío de tu ausencia, la locura elocuente que promuevo para evitar retroceder. Esas gotas que vienen impregnadas de reflejos, de muecas que se parecen a las mías, a estas que llevo en mi rostro día con día para ocultar la añoranza de tus besos, el roce maquiavélico de tu barbilla y tus labios sobre mis rodillas. El tiempo no se detiene, en una tautológica que concientemente cometo, tus sonrisas divagan en mi mente, llamadas esperadas que llegaron y se fueron, un “te amo” salió de tus labios hace dos meses y lo dejé partir. Hoy te extraño, me acorde de las tardes de verano juntos, hoy me despedido de nuevo de ti en el intento inútil de no mirar atrás y ser eternamente una estatua de la sal de mis lágrimas...