martes, 7 de abril de 2009

NO VUELVAS...

Es un duelo como ningún otro, adornado con globos de colores, sin llanto, sonrisas sin ruido, decepción y esperanza. En el desespero de tu caminar sobre mi mente, esperé el momento de tu sueño, para llegar silencioso, como un animal en asecho y asfixiar con mi almohada favorita tus mensajes, las canciones que dedicaste y las mentiras que estaba acostumbrado a escuchar. Si, fui confiando, confié en tus años de experiencia, en la aparente madurez que ellos traen y en tu alma que se presentó con la agudeza de una flecha. Si, lo entiendo, tú no te equivocaste, me equivoqué yo. Pensé demasiado, pensé que tu edad era una garantía, un cheque amparado en el oro, pero una vez más cometí el mismo pecado, confiar, creer y querer. Tuve razón, te quise, no sé si como alguien a quien el futuro le entregarías tu cuerpo en pasión desenfrenada o como la hermandad que un día partió de mi casa y encontré en ti.

Hablando sin metáforas, porque a decir no verdad la decepción no se lleva bien con ellas. Debo decir que con esmero termine de borrar tus huellas, de quitarlas de mis labios, de apartarlas de mi teléfono, olvidaré tus canciones, como olvidaré tu cabello perfecto que se deslizaba como una cortina para despejar tu sonrisa. Mentiras, mentiras fueron las tuyas, mentiras que me arrastraron en una segunda traición, en una que como siempre has preferido desaparecer y dejarme aquí, sentado, esperando. Decepción, si, ya he mencionado que un poco. Sorprendido, si, no quiero ser como tú dentro de unos años, a diferencia de tu estilo el tiempo me cambiará, me ha cambiado, ahora soy sincero conmigo mismo, sé respetar, y como una buena tormenta con las horas me haré fuerte, inalcanzable para humanos como tú, hasta el día que desaparezca en los cielos junto a Dios.

No vuelvas, no te estoy esperando, te estoy sepultando en los rincones de mi mente. Sé que una noche nuestros cuerpos se volverán a encontrar, pero nada será igual, pasaré y no mirarás. Te veré y no retrocederé, seguiré sonriendo toda la noche, sabiendo que estás ahí, te miraré cuando tus ojos no me conviertan en piedra, llevaré tu aroma un tiempo más en mis abrazos, hasta que un día no seas más que el mínimo recuerdo de mi travesía por las montañas de la juventud…

2 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Sera que si quieres que vuelva, ya que te niegas a decirlo, tu amor y tu anhelo está ahí marcado letra a letra y aunque su mirada te convierta en piedra, deseas esa mirada, que te va a convertir en algo sin vida y sin sentimientos.

Quién no ha confiado, creído y querido y lo volvemos hace una y otra vez.
Saludos

HannaLuna dijo...

Ay mi dito..
sobre los regresos, despedidas y anhelos hay tanta tela pa cortar, q lo mejor es quedarse sentado en un rinconcito y quedarse lelo viendo pasar el bonito presente sin ni siquiera atreverse a pensar...
Asi todo duele menos;)
muaaaaaaaaaaaak!!!!!!