sábado, 9 de mayo de 2009

LÉELO ES PARA TI...

Si, léelo es para ti. No te sorprendas. Cuántas veces te han escrito, imagino que pocas, lo sugiero por tus frases resquebrajadas, las cicatrices que se marcan en tu camiseta roja, en el disgusto al mirar al espejo, y no ver lo que los demás quieren ver; una armadura de acero perfecta a la vista pero carente de vida, ajena de Dios. A mí me encanta tu reflejo, la imagen estática que de ti conozco, tu mueca imperfecta para el mundo, pero una constelación de estrellas que dibujan un escorpión ante mis ojos negros, porque si, son negros, aunque no creas los ojos negros existen, no existirán para ti hasta el día que veas el par de joyas que hoy mueren por conocer tu piel desnuda. Soy como el viento, simple y encantador, pero peligroso como el hijo de medusa, tentador como la fruta prohibida, y si por un descuido me miras más de dos segundos caerás en el hechizo mortal, sólo tienes tres minutos para escapar, si he llegado a pronunciar palabra ya no habrá forma de salir de este lugar. En cinco minutos no tendrás conciencia, te enamorarás y sólo te espera un destino: la felicidad. No necesito verte cara a cara para escribirte, para sentirte, en el aire hay partículas de tu aroma, y de manera mágica puedo conocerte “desde el pelo hasta la punta de los pies”. Mirando la luna encontré tu espíritu brincando entre flores, y cantando sobre una roca una canción a tu madre, mientras las aves danzaban con las mariposas, y en tus pies los conejos se arrullaban sobre las colas de los gatos que yacían junto a los perros dorados. Te escuche atentamente, sonreí, aún sonrió. Recuerdas lo qué cantabas, si no es así y quieres saberlo, tendrás que acordar una cita en una noche de invierno, mandar una señal previa con la lluvia, para que en dicho encuentro, luego de perdernos en un mundo de fantasía, donde las naranjas no sean mecánicas, te cante al oído tu melodía, en ese mismo instante que mis labios toquen suavemente tu oreja, mi lengua trace el contorno de una esquina y el vapor que acompaña mi voz erice tu piel. Estaré esperando, mirando al cielo, contando cada gota y preguntando por tu mensaje. No tardes, de ti depende que la historia de García Márquez sea una utopía. El cielo oscurece ahora mismo, anuncia la caída de una brisa mensajera, estaré esperando en las escaleras del paraíso mientras María termina sus trenzas… léelo de nuevo es para ti, léelo mil veces…

7 comentarios:

cossete dijo...

mmm.. que casualidad, hoy tengo la camiseta roja (apenas lei eso me miré a ver si eran muy notorias las cicatrices ajaja) ahh y en este momento también está próxima ha caer la noche....

Buen escrito.

Un saludo del Dr. Cossete.

Diana Milena dijo...

"Mmmmm a buen entendedor..."

DITO dijo...

:)

VALENTIN dijo...

Felicito a la persona de "camiseta roja" que le dedicas este escrito ...

DITO dijo...

Valen, felicita entonces los ángeles que surcan los cielos, los espiritus que rodean tu cuerpo. Levanta aquella hoja, aquel papel que tienes frente a ti, siente a Dios y felicitalo a él. Aquella camiseta es un sueño que no existe, una alucionación divina, que se creó a falta de un mundo de dragones que no encontraré en esta vida. Así que esperaré a las próximas, al día que pueda susurrarle en la oreja a Jesucristo mi deseo: el deseo que sólo conoce mi mente, ni el mundo, ni el hombre...

Víctor Hugo dijo...

extraordinario poema
te felicito
pasional, sencillo y sencible

saludos desde Chile
VH
ah! y gracias por visitarme

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Bueno bello escrito que refleja un sin fin de emociones y sentimientos desatados desde una mirada que atrapa y hasta con limites de minutos para ser capturados por siempre.

Quien desata tan bellos sentimientos y emociones, pues bien por esa persona. La camiseta roja debe ser genial.
Saludos