Yo: alo
Aquello: hola, cómo estas?
Yo: con quién hablo?
Aquello: con…
Era tu voz, realmente desconocida para mis oídos. El tiempo se llevó sus ritmos, sus caídas y subidas de mi memoria. Como aquel que se consumió en su orgullo me arme de indiferencia y mis frases cortantes te hicieron entender el mensaje, al menos es lo que espero, o lo que creo esperar. Tu voz aunque desconocida, fue percibida por mi conciencia como una melodía más madura, con unos quiebres que me hicieron pensar en la forma en la que lucen en estos momentos el brillo de tus cejas, la armonía casi perfecta de tu sonrisa con el tono oscuro de tu cabello. Como ves, no sé donde estoy parado, porque aunque siento rabia por tu desprecio, por esa falta de compromiso, aun veo como símbolo de la perfección la blancura de perla que se extiende sobre tu rostro cuando los pliegues de tus labios toman polos opuestos. No dejo de pensar en tus brazos, en tu piel de nieve retozando sobre los colores madera que cubren mi corazón. Han pasado siete meses, largos, tortuosos, cada día menos lacerante que el primero, siete meses en los que el luto lo llevo en el alma, siete meses de los cuales tres el dolor se transformaba en lágrimas de sal que recorrían mis mejillas mientras miraba desde una ventana la ciudad que nos vio amarnos por tanto tiempo. Siete meses que me llevaron a descubrir este lugar donde puedo descargar libremente lo que siento, donde puedo llorar en los hombros invisibles de otras mentas locas y de algunos corazones que como el mío, luchan con esmero por no morir, lugar donde la mayoría estamos en el mismo mar, en ese que no deja de batirse en enormes olas, y en profundos abismos oscuros. Pienso en ti. Te pienso con cierta nostalgia, con un cariño matizado de los grises del rencor, con un sentimiento que no logro explicar y que tan sólo podría descubrir si te tuviera a tres centímetros de mi nariz. ¿Quieres volver a mi lado?, es lo que me pregunto, y lo que no quiero contestar, ¿quieres que seamos amigos?, imposible, eso nunca va a pasar. ¿Quieres volver?, vuelve y déjame respirar a tres centímetros de tu boca, y podré responder con plena seguridad lo que pareces estar buscando en tus esquivas llamadas…
Yo: estoy ocupado
Aquello: ¿Cómo está tu familia?
Yo: todos muy bien, gracias
Aquello: Te llamo luego entonces
Yo: que estés bien, chao!
viernes, 27 de junio de 2008
LA SEGUNDA LLAMADA...
miércoles, 25 de junio de 2008
domingo, 8 de junio de 2008
DUELE...

domingo, 1 de junio de 2008
HOY LLORARÉ...

Suscribirse a:
Entradas (Atom)