domingo, 19 de abril de 2009

LEÓN: CORAZÓN DE JABALÍ...

En un lugar muy lejano del universo nació una nueva especie de animales hace tres millones de años. Son como nosotros, piensan, sienten, hablan y creen tener un espíritu que algún día ascenderá a los cielos. Este mundo es conocido, como la tierra de “Sasha”, donde al igual que en nuestros pastos los supremos gobernantes son los leones, conocidos por su fuerza, la sedosidad de sus melas, los pelajes que se comparan con el oro, sus poderosas armas, colmillos y garras, y en especial porque en la tierra de “Sasha” a ellos les fue concedido lo que nosotros conocemos como dinero, un bien que permite comprarlo todo, bueno, así pensaron ellos. En este universo, a diferencia de los leones, y de muchas especies de animales, habitaban los que eran considerados los más despreciables, los “jabalíes”. Estos eran odiados por su apariencia regordeta, porque pasaban sus ratos libres revolcándose en lodo, pues era el destino de los que no tenían el preciado bien, dinero. Los jabalíes eran trabajadores, pasaban largas horas buscando alimento entre la hierba y cavando amplios túneles con sus colmillos, eso si, siempre rodeados de moscas, pero felices en su mundo tranquilo. Las manadas de leones los miraban con desden desde la cima, se reían de su apariencia, y sentían orgullo del poder.

En las manadas de leones, había una especial, la más conocida, la manada de “Chor”, un nombre heredado por sus ancestros, ellos tenían un rey, una reina y dos príncipes. El príncipe mayor era llamado “Ram”, conocido por su peculiar belleza e inteligencia, Ram tenía unos ojos profundos, un regalo maravilloso, miles de veces, desde su nacimiento, se dijo que tenían el don de hechizar e hipnotizar. Ram era considerado sabio, conocía los principios de casi todas ciencias y los campos, estudiaba en la cúspide, donde sólo llegaban aquellos que eran príncipes, cerca de las nubes protegido por columnas en mármol, marfil y piedras preciosas. Las otras manadas envidiaban y sentían miedo de este príncipe, que soberbia mostraba siempre al caminar por las montañas. El hermano menor de Ram, se llamó “Clo”, Clo fue sencillo, no tenía la belleza particular de su hermano, la sabiduría, ni el hambre de conocimiento que caracterizó a Ram. Clo se preocupaba por vivir su presente sin importar nada más, vivía feliz, sin preocuparse porque Ram fuese más alto y “digno” que él a los ojos de los demás.

Así mismo, entre los jabalíes había un grupo conocido, los “Bala”, entre ellos, habitaba un joven jabalí, llamado “Pum” de apariencia común, un poco más pequeño que el resto, pequeño en tamaño, porque en edad, estaba al igual que el príncipe Ram. Pum se caracterizaba por su sonrisa, siempre sonriente, dispuesto a servir, con un caminado torpe y a la vez gracioso. Pum, se esforzaba por aprender, pero a diferencia de Ram el debía pasar largos días excavando y alimentándose, ayudando a sus padres a sobrevivir, entre tanto, se turnaba pequeños momentos para aprender en la escuela local, quizá la más pobre, donde iban todos los animales del pantano.

Un día inesperado la luna brillo más y las estrellas se acercaron a dos kilómetros de la tierra de “Sasha”. Un relámpago cayó, y una luz como el arcoiris descansó sobre el pantano de los jabalíes. Los leones sintieron felicidad, tal vez Dios, decidió acabar con aquella raza que en ocasiones era tan molesta, pero muy equivocados estaban. Dios había mandado un regalo a Pum, pronto se vio a Pum andando junto a la más bella de las aves, blanca como el algodón, ojos negros como el ébano, voz de ángel, aroma de rosas, plumas con tocado de diamantes, y una ternura que conmovía al corazón más duro, una ternura que se transformó en amor, entre Pum el jabalí y aquella celestial ave.

Una tarde Ram, el príncipe león, observó a Pum desde las alturas, Ram sintió envida, dejó su tierra, y por primera vez saludo a Pum, mientras miraba sonriente al ave celestial, mientras clavaba sus ojos y buscaba que el hechizo no fallará. El ave con un gesto amable rodeó con sus alas a Pum y le dio un beso. Ram sintió soberbia, y decidió combinar su mirada con su retórica, moviendo su melena, hacía alarde de sus conocimientos, de sus estudios en la escuela de príncipes, de la sangre real que corría por sus venas. Pero el ave, parecía ciega y sorda.

Ram cerró sus ojos, lo comprendió, Ram se dio por vencido, estaba triste, melancólico, qué podía tener Pum que él no tuviera, qué tesoro había encontrado el ave en Pum, del qué Ram carecía. Ram se marchó con lágrimas en los ojos, subiendo de nuevo a la montaña. La tristeza enfermó al joven príncipe, sus días pasaban mientras se dejaba morir sobre mantas de seda. La reina triste, al ver a su hijo, le recordó a Dios, al mismo que nosotros conocemos, ese que mandó a su hijo Jesús a morir por nosotros y que nació del vientre de una virgen. La reina oraba por Ram, y le enseñaba el valor de la fe, para salir de su estado moribundo, el príncipe llevaba un año arropado en su belleza y sabiduría, pero muriendo, con los buitres mirándolo desde arriba para sellar su condena. Ram no se dio por vencido esta vez, un día pensó en Dios, lo quiso sentir, conocer, ahora no sólo para sanar la enfermedad que su melancolía había dejado en su cuerpo. Ram pidió a Dios cada noche que lo sanará, pero también suplicó que en su corazón fuese más parecido a un jabalí que a un león, para que un día no muy lejano, un ave de plumaje blanco bajara del cielo y le permitiera morir de amor eterno en su regazo…

Dicen por ahí que en la ciudad de “Sasha” en las noches oscuras de invierno florecen rosas que cantan una canción: “El león con corazón de jabalí, lo vimos pasar, pasó por aquí, muy sonriente y feliz, con alas blancas como un ángel, enamorado de un ave que no es perdiz”…

9 comentarios:

VALENTIN dijo...

Me ha gustado MUCHO. Lo comprendí desde que comencé a leerlo. La FÉ mueve montañas y nos quita el manto con que Dios nos cubre cuando no abrimos el corazón a un mundo exterior que muchos desconocen, que muchos viven, sin lujos, sin mucho dinero o pan, pero llenos de felicidad. :)

NO me cabe la menor duda que escribir cuentos es una de tus pasiones. Un abrazo!

Diana Milena dijo...

Hermoso, nada mejor que un buen cuento que nos deje pensando. Te quiero mucho y me alegra que puedas regalarnos tan bellas historias y con tanto sentido de vida! Mil abrazos y GRACIAS...

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Que bello relato, dos animales que me fascinan, el león y el jabalí, por cierto he comido jabalí, imagínate.

En verdad que debajo de las estrellas y más cercano aun de la luna, los amores desvelan al mundo animal y nuestro propio mundo.

Todos deseamos tener un amor glorioso como el de esa ave y a veces por alcanzar ese sueño y esos amores imposibles, hasta cambiamos nuestro propio corazón.

El problema es que a veces eso es un precio demasiado alto.
Saludos

VALENTIN dijo...

No tienes que pedir permiso para tomar alguna foto de mi blog, ese es tambien tu espacio. La foto de la sirena le agreguè las estrellas y la fantasìa de los colores para expresar coherencia entre texto y foto ... Si deseas que te ayude con alguna foto especifica o alguna imagen que quieras, sòlo dimelo. Gracias por la visita.
Abrazosssssss!

Víctor Hugo dijo...

varias veces he tratado de leer tu entrada... pero es muy largaaaaaaaaaaaaaaa

prometo leerla en algún momento

saludos
y gracias por visitarme!

VH
El Hombe Imaginario

Sir. Killian dijo...

Muy bueno dito, megusto mucho tu relato.

y si ya se te extrañaba por mi blog.

EDU dijo...

Guauuuuuuu!!! Que lindo relato amigo!!!
Ya pongo a seguirte asi paso mas seguido!
Gracias por aparecer en mi espaio! Es una alegria grande!!!
Y gracias por tus palabras!
Un abrazo grande!!!

EDU

cossete dijo...

Me gustó mucho la fábula, está muy interesante y para tenerla en cuanta.

Un saludo del Dr. Cossete.

VALENTIN dijo...

Aló .. c escucha???
Hay alguien en casa????
Abrazos ... !