lunes, 31 de enero de 2011

DISFRAZANDO UN BESO...



Tu culpa, si, tu culpa. He recibido un “golpe bajo”, una respuesta que no esperaba, unas letras que se escabulleron en la noche por entre mis pupilas, se apoderaron de mis pensamientos y robaron mi sueño. Anoche, estuve a punto de hacer el amor a tus palabras, me sentí ridículamente extrañado, “ridículamente” palabra que explica como unas frases tuyas me hicieron sentir amado, casi desee voltear la cara sobre mi hombro derecho, encontrar tu nariz, embriagarme en tu aroma, buscar ansioso tus labios, devorar tu boca en un jugueteo insaciable de mi lengua. Quise responder, pero los pensamientos bloquearon las manos, tus bellas consonantes secuestraron lo poco que quedaba de mi cordura. Lo intenté, intente dormir, cerré los ojos, pero no dejaba de imaginar una tarde escuchando tus palabras, no dejé de jugar con las imágenes de tu máscara, llegando a la fiesta de palacio, mientras este príncipe imperfecto toma tu mano para bailar la primera melodía, nuestro primer baile, donde tus palabras se hacen voz. Cómo te atreves a invadir mi día, no imaginas a mi cuerpo sentado a las cuatro de la mañana pensando en ti, fuiste mi primer pensamiento de hoy, mi primer deseo. Aquel hombre mencionaba el bello estilo freudiano, la equivocación al traducir “trieb” de Ballesteros, mientras mi mente se esforzaba en el intento por recordar cada letra, cada verso disfrazado, cada metáfora desnuda que indecentemente acariciaba mi pecho bajo la camisa. Qué hechizo has ejecutado, que mi cuello victoriano se desacomodo en medio de la clase, que mi cuidadoso peinado no importó a mi angustia, a la angustia de pensarte, a la angustia que me llevó a tomar mi cabeza con las manos, a riesgo de terminar con mi perfecto disfraz, pero con el propósito de detener tu “voz” en mi cabeza. Ahora mismo no dejo de pensar en ti, la música hoy te recuerda, las flores de mamá en la entrada esperan verte, quizá siempre te han esperado, te espero, este niño-hombre te espera. Ahora mismo, quiero más, quiero más de ti, quiero más de tus palabras, como un lacayo pido ser perdonado, excusado, pido ser bendecido con tu “voz”, quizá me des un poco más, tu voz. No lo dudes, estás más cerca de mí, que estas piernas de ti, no preguntes por mí, sorpréndeme, mírame fijamente una tarde inesperada en la distancia, sabré que eres tú, pregúntame, pregúntame mirando mis labios, que si puedo resistir te contestaré con palabras disfrazando un beso…

1 comentario:

Andrés Eduardo Chicué Romanoff dijo...
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