lunes, 10 de enero de 2011

"PALPITANTE"...

A veces no encuentro razones para escribir, como si los vientos de la vida se lo hubiesen llevado todo. Poco queda de mis lágrimas, quizá nada de mis risas, tan ausente estoy del amor como el glacial del sol. Los inviernos congelaron mi inspiración, las nubes oscurecieron mis metáforas y el calor del verano secó lo poco que quedaba de mi cálida brisa. Los días pasan, atropellan, cada año son más agresivos, cada doce meses mi armadura se hace más fuerte. Mi antifaz de acero poco deja ver de lo sueños que surcan estos negros ojos, estas cejas que tupidas esperan atrapar un escarabajo desprevenido. En un día inadvertido encontré tus palabras, me encontré, encontré un niño en tus imágenes, me encontré, encontré un lugar amable donde ser, donde se puede ser, me encontré. Aquí me tienes, escribiendo, con una razón no clara, con la intención de un supuesto “agradecimiento”, en la espera de recibir un verso profundo, una frase no cotidiana, unas palabras de las que se avergonzaría Erich Fromm pero que harían tan feliz a Neruda, unas palabras que seguramente mi vecina entendería. Poco me gustan los disfraces, creo he cargado el mío demasiado tiempo, mis armas de guardián del Olimpo cada vez son más pesadas, cada vez son más estrechas, cada vez se clavan más en mi piel, cada vez soy menos dios y más Jesús crucificado. No esperaba un golpe bajo, “mar cálido, mar bravo, mar nuestro, mar salado…”, no esperaba una tarde, cuando el reloj apunta la seis, estar aquí, esperando el momento adecuado para dejar caer este “palpitante” pecho sobre tus manos, en busca de un tatuaje momentáneo, en busca de un algoritmo que solucione esta noche la sensación que oprime mis labios. “Palpitante”, palabra para recodar, palabra para tener presente sobre todo, cuando una vez se palpitó, sobre todo cuando una noche pensé dejar de palpitar, pensé morir, pensé dejar envejecer mis labios en el desierto de la soledad, en el vacío donde no se palpita, donde no se escribe, donde todo termina, donde sólo tú, sólo tú, tienes la pócima de la resurrección. “Puede ser que no lo veas, o tal vez que no lo creas, quién lo sabe Dios, que en el mundo del amor…”…

3 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Escribes muy bien, algo dolido tu escrito, que grita en contra de la soledad y del desamor.

Sabes ya Cristo fui crucificado por todos nosotros, y nos hizo libres.

Por eso debemos ser felices en la tierra de los vivientes, aunque la soledad nos martille, la felicidad solo está en nosotros mismos.

Saludos

VALENTIN dijo...

Despues de la tormenta ... viene la calma! Un abrazo!!!!

Andrés Eduardo Chicué Romanoff dijo...

Apenas sigo la pista, sigo el pálpito...

El agradecimiento es mio porque regresaste y te permitiste compartir ese regreso. Gracias por seguir vibrando, por palpitar...
Esta vez el impulso para continuar es mío, gracias a vos.

Un abrazo grande grande!