viernes, 14 de enero de 2011

SUPERHÉROE...

Quizá sea debilidad, pero tus palabras me arrastraron como una tormenta de antaño. No sé cómo pensaré mañana, en este instante, me perdí en tus caricaturas, en tu sonrisa, en la magia que baña los trozos rotos de tu corazón. No soy un buen arquitecto, quizá soy mejor en las letras, aunque puedo ser mucho mejor con la voz, eso dicen algunas mariposas en la telaraña. No soy discípulo de nadie, quizá de mi madre, pobre Freud si puede leerme, pero en mi mundo tan azul, tan sombrío, tan “galán”, el Edipo no es más que amar la flor que crece en el estiércol: mamá. No pretendo mucho, en realidad pocas veces pretendo, como lo he dicho tantas veces, aprendí a no esperar; como un apego ambivalente ahora decido retirarme, correr, escapar, huir antes de llorar. La “perfección” llegó a mi mesa, cobró la cuenta, se retiro, probé el más exquisito de los platos, me perdí, me creí, me obsesioné, morí; y dicen que los muertos no caminamos, diría que no sólo caminamos; también soñamos. Parece un capricho de Medusa, mi favorita, siempre aquí en silencio, con las seis de la tarde acogiéndome en su morada, mientras pretendo escribir, mientras recuerdo, mientras te escribo, mientras inútilmente intento calentar mis pies bajo el escritorio; desgraciadamente el frió del alma no lo calienta el sol. Por qué escribir, claramente no lo sé, tal vez tu misión como superhéroe era está, despertar como un verdadero guerrero, despertarme de mi sueño tan profundo, de mis pesadillas tan intimas, tan llenas de blanco, tan carentes de violeta. Por qué sonríes al leerme, por qué no sonríes a mis ojos, por qué mis letras me traicionan; se llevan tus pensamientos, tus sensaciones, tu sonrisa; cuando me encuentro aquí entre caricias con el teclado, con el “plan” de la noche, con la salida no tan súbita, con el anhelo de recibir un poco más de ti, tan natural, tan humano, tan tú. El tiempo ha cambiado, apuntan las siete de la noche, este es mi destino, escapar de este lugar, esperar que las luces de colores se lleven los recuerdos, se lleven el verso no dicho, la frase no mencionada, el corazón no usado…

1 comentario:

Andrés Eduardo Chicué Romanoff dijo...

Bonita canción, no la conocía...
El texto fue encantador. Estremecedor. Me alegra leer noticias como esta, en la que un chico despierta a la magia de la vida.
Por aquí estaré pendiente de tus nuevas publicaciones.
Un abrazo!