jueves, 13 de mayo de 2010

PARA UN DESCONOCIDO SALTAMONTES...


Entonces la oruga se quedó atónita sobre la rama, levantó la mirada y ahí mismo estaba el saltamontes, tan extraño, tan verde, tan profundo, tan, pero tan, tanto como la primera vez. La oruga pretendió hipnotizarlo, mezcló una pizca de hoja seca con una gota de lluvia de viernes en la noche y la lanzó a las patas del saltamontes. El saltamontes la miró sorprendido, “que agresión, lanzarme barro sobre las patas”. Al no funcionar, la oruga se sintió apenada, se recostó bajo una hoja, y enterró su rosto en la grieta de una rama. El saltamontes sintió pena, tal vez pesar, se asomó con cautela, intentó encontrar el escondite de la oruga, pero de repente una luz brotaba de las hojas, una luz que se dibujaba entre amarilla y rosa, una luz que no le permitía ver más allá de la hoja. Saltamontes se sintió intrigado, volvió cada tarde a la misma rama, a la misma hora, esperando ver a la oruga pero conformándose con los minúsculos y extraños girasoles que empezaban a brotar de las luces amarillas. La oruga se hallaba en su escondite, no sabía que ocurría, se pensó muerta, se creyó torturada, en su mente estaban sólo las alas verdes del saltamontes, sus ojos tiernos y su gesto esquivo. Miro a su alrededor y se vio envuelta en una capa negra, en un manto oscuro. Oruga se resignó, comprendió que la muerte era sólo un ropaje lúgubre que cubría la piel como manto de invierno, oruga se acomodo a su condena, y en los besos imaginarios de saltamontes durmió un verano en pleno. Una tarde, como siempre, saltamontes volvió, esta vez se paró sobre uno de los girasoles, que cada día estaban más y más grandes. En un momento, la luz amarilla se hizo más fuerte, saltamontes se deslumbró con la belleza jamás vista, una hermosa silueta, con alas de ángel y brillo de luna. Oruga, que ahora era mariposa, se perdió de nuevo en la sonrisa de saltamontes, se dijo en su mente: “atravesé la muerte, un verano en pleno en aquel manto negro, pero ahora, en las puertas del cielo me reciben sus tonos verdes, su mano tibia, sus amables labios”. Cuenta la historia, que en la eternidad un saltamontes y una mariposa transitan en las noches por el bosque, saltamontes cree que la vida es una eternidad, mariposa cree que en la muerte se vive con quien se amó en la vida. Esas noches, los girasoles cantan, cuentan la historia, que termina cuando se relata que el puente entre la vida y la muerte no tiene color, no tiene forma, no tiene nada, sólo nosotros dos…

1 comentario:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Que linda historia en verdad que la naturaleza nos maravilla día a día con sus transformaciones increíbles, como esa oruga que se convirtió en una bella mariposa.

Ojala nosotros como seres humanos, logremos cambiar nuestra propia alma y que renazca como una mariposa, llena de belleza y de delicadeza y quien sabe al rato aparece algún saltamontes por estos lares.
Saludos