martes, 18 de mayo de 2010

RECIBIR LO INESPERADO...


“¿pero qué hacer si sos una incógnita irresoluta?”. Esta vez tus palabras lograron un efecto un adverso, me detuve en el tiempo, me quedé mudo en los segundos, casi frenado en el silencio. Pretendí callar, pero algo me venció, y mírame aquí, de nuevo en la noche regando mis palabras en tu terreno desconocido, intuido, pero lejano. No es mi pretensión que buscarás mis ojos, mi aliento, mi cuerpo, en medio de tus días, pues aunque no lo creas, nuestros caminos se cruzaron como se cruzan en los eclipses el sol y la luna. No me busques ahí, pues ahí no estoy, no he estado. Insisto, no quiero jugar, lo repito, no es mi costumbre jugar de esta manera así que estoy seguro podría perder. Soy audaz en el agua, fuerte como David en tierra, pero un Goliat en tu mundo, este mismo, que al parecer es tan tuyo, tan tuyo, que hasta digno es de honores en su día. Mis palabras podrían convertirse un día cualquiera en dedos, manos y labios, ¿quisieran convertirse?, es probable, tal vez sólo por esta noche lo dude. No conozco tu voz, no he sentido tu piel; no has apretado mi mano, no he pasado mi nariz por los bordes de tu rostro, no has mirado mis cejas, no te has perdido en mi cabello, ni has sentido la fuerza de mis brazos. Cómo pretender leer el futuro, si me tienes aquí desnudo, con la piel “descargada” sobre la silla, el alma sobre el teclado, pero tú sigues aquí, reclamando el mismo traje que visto cada mañana. Dude en venir de nuevo, porque las estrellas son la mismas cada noche, porque la luna aún sonríe en mi vida, como hace 24 años, tal vez quisiera que la luna olvidara su mueca y simplemente me sorprendiera una mañana junto a mi cama, así como las estrellas en un oscuro inverno se dibujarán como barcos anaranjados en medio de la penumbra de lo incierto. Tal vez espero demasiado, debería no esperar o esperar sentado con los labios atados y las manos congeladas, evitando que el verso se escape por las puntas de mis dedos. A veces no encuentro sentido al sol amarillo, al pasto verde, que divertido sería un sol verde y un pasto amarillo, que bueno sería una tarde sin anunciarlo escuchar tu voz, recibir lo inesperado, encontrar bajo la almohada los restos que denuncian tu arte, tu color. Las incógnitas se resuelven, a menos que te rindas, en lo desconocido puedes encontrar la suerte de Colón o el aprendizaje de Eva. Esta noche me quedaré pensando, intentando reconstruirte, buscando explicación a tus frases. Esta noche seguiré desnudo, sólo pondré el traje a mi alma cuando el sol brille, cuando una vez más todo sea igual, tan igual, que no esperaré días de verdes soles…

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