domingo, 23 de marzo de 2008

MI CEMENTERIO...

Azules, verdes, de tonos fluorescentes. Ojos rojos que se limpian sin parar. Labios imperceptibles que susurran entre mi lengua. Frío en la punta de los pies. Vació, muerte, oscuridad, sepulcro. Estoy tres metros bajo tierra en medio del infierno terrenal del que vivo han sepultado. Olor a flor de muerte. Aire pesado que descansa en mi garganta. Recuerdos que llegan, lagrimas terrosas, uñas que se desgarran en la madera intentando inútilmente escapar a este destino. Estoy muriendo. La calavera se carcajea ante mi vanidad, ante lo que alguna vez fui y ahora no soy. Entre arcadas sus dientes caen sobre mi desgracia. Los cabellos largos, cenizos y amarillentos envuelven mi cuello y me sepultan un metro más. La belleza ahora no sirve, no existe, el peor demonio, mi gran condena. La inteligencia sólo es un gran bote de mierda del que tantas veces me jacte y comí con ansias. La amistad no la entiendo, nunca la entendí, muero sin sentirla. El olor putrefacto ciega mis últimos minutos y emana de mi corazón, lo más miserable de mí, la basura de mi cuerpo, la carne que se pudrió al no ser usada, al no ser comida. La muerte me sonríe coqueta, respondo sacando los restos de mi lengua espantando las moscas susurrantes. Insinúo la necesidad de un ultimo beso, un beso con sabor a muerte, muerte dulce, muerte amada, muerte piadosa que arrastre mis restos malditos del cementerio lúgubre que oculta la piel…

1 comentario:

Diana Milena dijo...

Dame lindas palabras...