lunes, 5 de mayo de 2008

CISNES DORADOS...

Las libélulas revolotean en un enloquecido descontrol sobre las aguas confundidas que se agitan en el lago de estos labios. Son libélulas complejas que buscan de nuevo posarse sobre la superficie para intentar dejar los huevecillos que en el pasado no llegaron a germinar a causa del grave invierno, que como un mago de antaño lograba congelar y descongelar los causes a su voluntad. El tiempo pasó, el invierno, se hizo primavera, luego otoño y ahora deambula entre un intermitente, otoño-invierno. Anoche fue el reflejo de la transformación de estas aguas, de que tus negras plumas aquí ya no se extrañan. Aquí se esperan cisnes de cuento, que desciendan y reconforten los caudales, se esperan vientos de calma que traigan consigo azules y verdes, colores tibios y contrastantes. Fue un momento difícil luego de tanto tiempo, ya no recordaba lo que me hacia odiar los instantes en los que te sumergías en mis brazos, pero lo recordé. Los segundos pasaban, las nubes blancas, tostadas y crocantes entraban una a una en mí, no lograba ver las imágenes, confundido permanecía como un zombi sentado frente la gran pantalla, mientras en mis manos se podían sentir los granos del salado vicio, que contaminaban a cada segundo cada una de las gotas que permanecían en el vacío interminable de la ausencia. Lo recordaba todo, pensaba en la semana, en las cosas que se despertaron. Pensaba en el pasado más cercano, y ahí estaba el dolor certero, pues sin razón aparente empecé a ver tus ojos negros, tu piel blanca, tu sonrisa tímida en rostros desconocidos, recordé lo especial que me sentí a tu lado; las promesas, mentiras y lágrimas. De repente, una caricia salpica sobre mi piel, como aceite de caldera, y me trae de nuevo a la realidad. Una caricia que dolió, que me hizo entender que no hay lugar para ti, que por más que lo intentes sólo logras reavivar pasado intrascendente, no llegas hasta aquí, hasta este lugar sagrado donde se espera que pronto cisnes dorados desciendan en un último milagro…

2 comentarios:

Roy Jiménez Oreamuno dijo...

Tu relato de las libélulas me hicieron recordarlas, cuando en la cercanía de un riachuelo las veía volar y a veces volar hacia la superficie del agua y poder sus huevecillos, en un toque magistral de equilibrio, velocidad y con una precisión magistral, que solo rozaban el agua.

Después me impresionaba verlas hacer el amor en el aire, esa toda una danza de erotismo.

Los recuerdos de un amor que desata todo tipo de pasiones, me gusto esa descripción y todo lo que acarrea una relación.

Los cisnes siempre me han gustado, entonces esperare como vos, que algún día se puedan ver los cisnes dorados.

Creo que siempre los he esperado.
Saludos

VALENTIN dijo...

Hola, como estas? .. que tal tu fin de semana? Oye, si sigues poniendo esa canciòn de Juan Luis Guerra, me vas a tener en tu espacio dìa y noche mientras me consume un poco la nostalgia que siento estos dìas.

Un cordial saludo y espero saber de tì. Un abrazo!!!!